lunes, 8 de enero de 2018

Algunas consideraciones sobre el procés catalán

La Red de Blogs Comunistas (RBC) estima conveniente señalar algunas consideraciones sobre el procés catalán y, en último término, sobre el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos.

Al igual que José Díaz, cuando abogaba, en su discurso en el Monumental Cinema de Madrid, por la creación de una “Concentración Popular Antifascista” sobre la base de cuatro puntos concretos, la RBC defiende asimismo la “liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo español. Que se conceda el derecho de regir libremente sus destinos a Catalunya, a Euskadi, a Galicia y a cuantas nacionalidades estén oprimidas por el imperialismo de España”.

José Díaz, Secretario General del PCE en los años en que el Partido era vanguardia marxista-leninista del proletariado español –seguidor fiel, por tanto, de Lenin y Stalin–, aplicaba la doctrina y principios de lo que Lenin llamaba “la doble tarea del proletariado en cuanto al derecho de autodeterminación[1]. Sobre esta base, la RBC subraya los siguientes puntos sobre el denominado procés catalán, último eslabón, por el momento, de la lucha histórica del pueblo catalán por su liberación del imperialismo español:

1.- En primer lugar, el independentismo catalán no es sólo un movimiento burgués como muchos chovinistas de izquierdas señalan. De su carácter multiclasista, reflejado en un enorme apoyo social, destaca un evidente componente emancipador, popular y obrero, cuya ocultación interesada persigue, sobre todo, desligar el actual movimiento catalán de la lucha de los trabajadores del resto del Estado.

2.- Los comunistas, en consecuencia, no se han de limitar a apoyarlo o criticarlo, sino que, como en todo movimiento popular o revolucionario, han de participar activamente en él, dirigiendo a las masas, especialmente el proletariado, y convirtiéndose en su vanguardia.

3.- La herida abierta en Cataluña no se va a cerrar ya con simples parches legales o presupuestarios. En el contexto de lucha política en Cataluña, a la que, es de esperar, se vayan sumando otras naciones del Estado español y los más diversos sectores populares, los comunistas no deben contribuir en absoluto a que el régimen monárquico pueda adueñarse de la situación y sofocarla. Para los comunistas la principal tarea de este día, teórica y práctica, pasa por la transformación del problema catalán del régimen borbónico en el problema del régimen borbónico en el Estado español en su conjunto.

4.- Como escribiera Federico Engels, cuando, al referirse al problema de Alsacia y Lorena, afirmaba que tal problema no existiría si Francia y Alemania fueran Estados socialistas, sólo el final del capitalismo y la construcción de Estados libres de explotación pueden resolver la cuestión nacional catalana[2]. En última instancia, en la liquidación del régimen del 78, es decir, el sistema socio-político y económico que “ató y bien ató” el franquismo se encuentra la única posibilidad de superación de la “España una, grande y libre” que aherroja a las naciones y clases populares del Estado.

5.- El objetivo, pues, es acabar con la propiedad privada y sustituirla por la socialización de los medios de producción, es decir, finiquitar el capitalismo, terminar con la barbarie que este sistema representa para los trabajadores, los pueblos y la humanidad en su conjunto. La tarea de los comunistas es apoyar sin ambages todo avance, por pequeño que sea, hacia el socialismo. En este sentido concreto, el paso de la monarquía del 78 a la III República, con el profundo significado que tiene esta palabra en España, constituye un paso adelante que hay que ayudar a dar, por muy burguesa que finalmente sea ésta. ¡No olvidemos nunca las famosas palabras de Stalin en sus Fundamentos del Leninismo acerca de la cuestión nacional y su relación con la lucha contra el imperialismo![3]

6.- Siguiendo a Lenin, se trata de luchar, en primer lugar, por la unidad de clase: ¡Todos los trabajadores, independientemente de nuestra nacionalidad, somos hermanos de clase! ¡Todos los trabajadores tenemos el mismo enemigo común, que es la burguesía de cada una de nuestras naciones! Lo cual no excluye, en modo alguno, ni la pertenencia de cada trabajador a una nación o a un pueblo concretos ni su identificación con una cultura determinada, que, como tales, jamás pueden ser enemigos de la clase obrera de ningún otro Estado. En la situación concreta de Cataluña, el único enemigo de la clase obrera española es el chovinismo gran español, heredero de los fascistas del 36. La única patria de la burguesía española, de la clase parasitaria de la monarquía borbónica, es su bolsillo.

7.- Finalmente, la RBC debe hacer mención al lamentable papel de Podemos, cuya ambigüedad demuestra, una vez más, que su principal objetivo y razón de ser es la desmovilización de la protesta popular y la desarticulación de la organización obrera. En lugar de ponerse del lado de las fuerzas republicanas en Cataluña, en lugar de articular en todo el Estado un frente político democrático y progresivo contra el 78, en lugar de sacar a las calles a las masas republicanas de todo el Estado, Podemos, se ha situado, en el menos malo de los casos, en la equidistancia, es decir, del lado pasivamente de la monarquía y del chovinismo gran español; ha optado por asumir el statu quo en vez de ponerse de lado de las aspiraciones progresivas y democráticas no sólo de los catalanes, sino de la clase obrera de todo el Estado español; ha renunciado a la construcción de una España distinta de la actual; es su actitud acomodaticia y servilona, y no la legítima lucha del pueblo catalán, la que ha permitido que rebrote el fascismo y el chovinismo por las calles de España.

El camarada galés, Nicholas Glais, del blog Democracy and Class Struggle, miembro de la RBC, se ha expresado correctamente en los siguientes términos respecto a quienes dan cobertura al chovinismo español “por la izquierda”: “Es hora de declarar la guerra a esos izquierdistas que no ven la autodeterminación nacional como parte de la lucha de clases por la democracia y el socialismo”.

ANEXO

Como respuesta a los chovinistas de izquierdas y a quienes se autocalifican de “neutrales” o “equidistantes” bajo la falsa excusa de considerar la cuestión catalana una simple lucha entre la burguesía española y catalana, la RBC os ofrece un texto de Stalin sobre la concesión de la independencia a Finlandia por parte de la URSS.

Sobre la independencia de Finlandia
Informe en la reunión del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia del 22 de diciembre de 1917.
(Referencia de prensa)

Hace unos días, los representantes de Finlandia se han dirigido a nosotros reivindicando el reconocimiento inmediato de la plena independencia de Finlandia y la ratificación del hecho de su separación de Rusia. En respuesta, el Consejo de Comisarios del Pueblo ha resuelto acceder a ello y promulgar un decreto relativo a la plena independencia de Finlandia, decreto que ha sido publicado ya en los periódicos.

He aquí el texto de la decisión del Consejo de Comisarios del Pueblo:

“En respuesta al mensaje del gobierno finlandés reivindicando el reconocimiento de la independencia de la República Finlandesa, el Consejo de Comisarios del Pueblo, de pleno acuerdo con los principios del derecho de las naciones a la autodeterminación, dispone: proponer al Comité Ejecutivo Central: a) el reconocimiento de la República Finlandesa como Estado independiente y b) la organización, de acuerdo con el gobierno finlandés, de una comisión especial (con representantes de ambas partes) para establecer las medidas prácticas dimanantes de la separación de Finlandia de Rusia.

Como es lógico, el Consejo de Comisarios del Pueblo no podía proceder de otro modo, ya que si un pueblo, en la persona de sus representantes, reivindica el reconocimiento de su independencia, el gobierno proletario, basándose en el principio de la concesión del derecho de autodeterminación a los pueblos, debe acceder a ello.

La prensa burguesa dice que hemos conducido al país a la desintegración completa, que hemos perdido varios países, entre ellos Finlandia. Pero, camaradas, no podíamos perderla, ya que, de hecho, jamás fue propiedad nuestra. Si hubiéramos retenido por la fuerza a Finlandia, ello no significaría en modo alguno que la habíamos adquirido.

Sabemos perfectamente cómo William “adquiere” por la fuerza y la arbitrariedad Estados enteros y qué terreno surge merced a ello para las relaciones entre el pueblo y sus opresores.

Los principios de la socialdemocracia, sus consignas y aspiraciones residen en la creación de la anhelada atmósfera de confianza entre los pueblos, y sólo sobre ese terreno es realizable la consigna de “¡Proletarios de todos los países, uníos!”). Todo esto es viejo y del dominio público.

Si examinamos más detenidamente la concesión de la independencia a Finlandia, veremos que, de hecho, el Consejo de Comisarios del Pueblo ha otorgado la libertad, contrariamente a su deseo, no al pueblo, no a los representantes del proletariado de Finlandia, sino a la burguesía finlandesa, que, por un extraño conjunto de circunstancias, se ha adueñado del Poder y ha recibido la independencia de manos de los socialistas de Rusia. Los obreros y los socialdemócratas finlandeses se han visto en una situación, en la que han debido aceptar la libertad, no directamente de manos de los socialistas de Rusia, sino con ayuda de la burguesía finlandesa. Como esto significa una tragedia para el proletariado finlandés, no podemos dejar de señalar que los socialdemócratas finlandeses, debido únicamente a su indecisión e incomprensible cobardía, no han tomado medidas resueltas para adueñarse ellos mismos del Poder y arrancar de manos de la burguesía finlandesa su independencia.

Se puede censurar al Consejo de Comisarios del Pueblo, se le puede criticar, pero no hay nadie capaz de afirmar que deja sin cumplir sus promesas, pues no hay fuerza que pueda obligarle a retractarse de ellas. Lo hemos demostrado al acoger con absoluta imparcialidad las exigencias de la burguesía finlandesa reclamando la independencia de Finlandia y al promulgar en el acto el decreto de independencia de Finlandia. Que la independencia de Finlandia facilite la liberación de los obreros y campesinos finlandeses y cree una sólida base para la amistad de nuestros pueblos.

Publicado el 23 de diciembre de 1917 en el núm. 222 de “Pravda”. ”



[1] “Semejante estado de cosas plantea al proletariado de Rusia una tarea doble, o mejor dicho, bilateral: luchar contra todo nacionalismo y, en primer término, contra el nacionalismo ruso; reconocer no sólo la completa igualdad de derechos de todas las naciones en general, sino también la igualdad de derechos respecto a la edificación estatal, es decir, el derecho de las naciones a la autodeterminación, a la separación; y, al mismo tiempo y precisamente en interés del éxito en la lucha contra toda clase de nacionalismos de todas las naciones, propugnar la unidad de la lucha proletaria y de las organizaciones proletarias, su más íntima fusión en una comunidad internacional, a despecho de las tendencias burguesas al aislamiento nacional. Completa igualdad de derechos de las naciones; derecho de autodeterminación de las naciones; fusión de los obreros de todas las naciones; tal es el programa nacional que enseña a los obreros el marxismo, que enseña la experiencia del mundo entero y la experiencia de Rusia”.

[2] “No podríamos tomar ni conservar el poder sin resarcir por los crímenes cometidos por nuestros predecesores para con otras nacionalidades, y por ello sin: 1) facilitar la reconstitución de Polonia, y 2) poner a la población del norte de Schleswig y a la de Alsacia-Lorena en situación de decidir libremente a quién ha de pertenecer. Entre una Francia socialista y una Alemania socialista no existiría el problema de Alsacia-Lorena” (Friedrich Engels; Carta a A. Bebel, 24 de octubre de 1891).
[3] “El carácter indudablemente revolucionario de la inmensa mayoría de los movimientos nacionales es algo tan relativo y peculiar, como lo es el carácter posiblemente reaccionario de algunos movimientos nacionales concretos. El carácter revolucionario del movimiento nacional, en las condiciones de la opresión imperialista, no presupone forzosamente, ni mucho menos, la existencia de elementos proletarios en el movimiento, la existencia de un programa revolucionario o republicano del movimiento, la existencia en éste de una base democrática. La lucha del emir de Afganistán por la independencia de su país es una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar de las ideas monárquicas del emir y de sus partidarios, porque esa lucha debilita al imperialismo, lo descompone, lo socava. En cambio, la lucha de demócratas y “socialistas”, de “revolucionarios” y republicanos tan “radicales” como Kerenski y Tsereteli, Renaudel y Scheidemann, Chernov y Dan, Henderson y Clynes durante la guerra imperialista era una lucha reaccionaria, porque el resultado que se obtuvo con ello fue pintar de color de rosa, fortalecer y dar la victoria al imperialismo”. 

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