En la Red de Blogs Comunistas (RBC) hemos traducido el comunicado del Comite Central del Partido Comunista de la India (maoista) en el que se hace un llamamiento a oponerse al terrorismo de estado de los gobiernos de la India y Pakistán contra el pueblo de Cachemira.
!No al terrorismo de estado de India y Pakistán en Cachemira!
!Apoyemos la lucha de la nación cachemira por su libertad!
PARTIDO COMUNISTA DE LA INDIA
(MAOÍSTA)
COMITÉ CENTRAL
2 de octubre de 2016
¡OPONGÁMONOS AL TERRORISMO DE ESTADO
CONTRA EL PUEBLO DE CACHEMIRA!
¡EXIGIMOS QUE SE DETENGA LA POLÍTICA BELICISTA, CHOVINISTA
Y AGRESIVA DEL RÉGIMEN HINDUISTA, FASCISTA Y EXPANSIONISTA DE MODI CONTRA
PAKISTÁN!
¡OPONGÁMONOS AL TERRORISMO DE ESTADO CONTRA EL
PUEBLO DE CACHEMIRA!
¡APOYEMOS LA JUSTA LUCHA DE LA NACIÓN CACHEMIRA POR
SU LIBERTAD [AZADI EN HINDI]!
El ataque acaecido
en la noche del 18 de septiembre contra una base del Ejército indio en Uri, en
el estado de Jammu y Cachemira, se saldó con 17 soldados muertos y al menos 20
heridos, dos de los cuales fallecieron más tarde. Ha sido éste el mayor golpe
sufrido por el Ejército indio en Cachemira en los últimos años. Tras el ataque,
los partidos de la clase dominante, encabezados por el hinduista y fascista BJP
[Bharatiya Janata Party (Partido
Popular Indio), en hindi] y el bloque nacionalista hindú, todos a coro, se
pusieron a entonar sin descanso la cantinela patriotera antipakistaní, expresión
de la agresividad expansionista india. Los partidos de la oposición competían
entre sí por ver quién parecía más “nacionalista” al hacer declaraciones
antipakistaníes y exigir “medidas contundentes”. Las acusaciones de la
oposición y de los medios de comunicación empresariales contra el gobierno de
Modi por su supuesta incapacidad para actuar “enérgicamente” y “dar una lección
a Pakistán” no se hicieron esperar. Ni que decir tiene que el gobierno de Modi
y la RSS [Rāṣṭrīya Svayamsēvaka Saṅgha (Organización Nacional Patriótica), en hindi] no necesitaban que nadie les espoleara para dar rienda suelta a un
aluvión de invectivas contra Pakistán tras el ataque de Uri, calificándolo de “patrocinador
del terrorismo”, “Estado terrorista”, “epicentro del terrorismo global”, etc.
En medio del creciente
vocerío de chovinismo nacionalista, entonado por las clases dominantes indias,
y de patrioterismo del mismo jaez, del gobierno de Pakistán, un portavoz del Ejército
indio (Director General de Operaciones Militares en Jammu y Cachemira) declaró
en una conferencia de prensa celebrada en Nueva Delhi que el ejército había
llevado a cabo con éxito el 28 de septiembre un “ataque quirúrgico” al otro
lado de la Línea de Control. Afirmó que habían resultado destruidas diversas “infraestructuras
terroristas”, entre las que mencionó varias “plataformas de lanzamiento”, y que
habían sido abatidos varios “terroristas”. Apenas unos días antes, el ejército había
informado de la supuesta muerte de unos diez “terroristas” mientras trataban de
cruzar la Línea de Control, según se dijo. El ejército, sin embargo, no aportó
prueba alguna que confirmara tal extremo. De igual modo, desde diversos ámbitos
nacionales e internacionales se ha puesto en duda la veracidad del calificado
como “ataque quirúrgico”. Algunos periodistas que visitaron la Línea de Control
por el lado de la Cachemira ocupada por Pakistán y hablaron con habitantes de
la zona no pudieron encontrar ninguna prueba de “ataques quirúrgicos” del
Ejército indio. La presión sobre el gobierno indio para que aporte pruebas ciertas
no ha dejado de aumentar, si bien hasta ahora éste se ha negado obstinadamente
a mostrarlas.
En realidad, el
modo en que el gobierno efectuó el anuncio del “ataque quirúrgico” y el hecho
de que más tarde se negase a dar pruebas concretas cuando se le solicitaron, es
motivo suficiente para sospechar de la verdad de todo el asunto. Este “ataque
quirúrgico” guarda enorme similitud con el modus operandi del gobierno de
Modi después de que, el año pasado, el Ejército indio sufriera un gran número
de bajas en un ataque llevado a cabo por el NSCN [Consejo Nacional Socialista de
Nagaland/Nagalim,
en sus siglas en inglés], dirigido por SS Khaplang, en
Manipur. A posteriori, el gobierno de
Modi declaró públicamente que el ejército había llevado a cabo un ataque en
territorio de Myanmar en el curso de una “persecución en caliente” de la
guerrilla de Nagaland y que había matado a varios de sus integrantes,
aseveración que sigue sin demostrarse y que fue desmentida rotundamente tanto
por dicha organización como por el gobierno de Myanmar. El anuncio del reciente
“ataque quirúrgico” parece estar motivado, igualmente, más por razones
políticas que por necesidades militares. Su principal objetivo es aplacar al
electorado hinduista del BJP/Bloque nacionalista hindú y poner a los partidos
de la oposición a la defensiva. Pero el hecho mismo de realizar tales
afirmaciones demuestra ampliamente que por muy susceptible que sea en lo
tocante a la “unidad e integridad” de “Bharat Mata” [“Madre India”, en hindi], el gobierno
de Modi no tiene escrúpulos en violar la soberanía y la integridad territorial
de otros países y naciones, incluidos nuestros vecinos, si es en interés de las
clases dominantes y de sus amos imperialistas, en especial del imperialismo
norteamericano. De hecho, la agresión y la intervención militar contra nuestros
vecinos ha sido siempre la política de los gobernantes expansionistas indios y
sigue siendo una parte integral de la agenda fascista brahmánico-hindú, que
pasa por establecer el gran “Hindu Rashtra” [“Estado hindú”, en hindi] en todo
el sur de Asia. En el pasado, ya algunos portavoces del BJP hicieron público su
compromiso de establecer el “Akhand Bharat” [“La gran India unida”, en hindi]
por medios pacíficos. La responsabilidad de poner al país al borde de la crisis
actual recae sobre esta política expansionista de las clases dominantes indias.
Pero, aunque se
soslaye la cuestión de si el “ataque quirúrgico” se produjo realmente o no, se
puede afirmar con bastante seguridad que el gobierno de Modi tomó la decisión
de hacer pública dicha aseveración para tratar de recomponer su penosa imagen a
nivel nacional e internacional tras el fracaso absoluto y manifiesto de su política
en Cachemira. Incapaz de responder de otro modo que no fuese por la fuerza
militar –hasta la fecha, se ha cobrado las vidas de casi un centenar de
cachemires y más de 20.000 han resultado heridos– al actual levantamiento, histórico
y sin precedentes, de las masas de Cachemira, el gobierno de Modi necesitaba un
pretexto para desviar la atención del mundo de las atrocidades cometidas por
las fuerzas de ocupación indias en Cachemira. El gobierno pretendía trocar su
imagen de terrorista de Estado en Cachemira por la de víctima del “terrorismo
transfronterizo promovido por otro Estado”. Y se encontró con tal pretexto en
el ataque de Uri.
Por otro lado, el
gobierno de Modi estaba buscando la ocasión de canalizar sin riesgos el
creciente descontento de las masas del país hacia un “enemigo” exterior. Desde
las últimas elecciones legislativas, el Bloque nacionalista hindú y el BJP no
han dejado de trabajar de forma planificada para ganarse a las castas desfavorecidas
y a los dalits con el fin de consolidar su base social y minimizar la
resistencia ante sus decisiones reaccionarias y antipopulares. Utilizando la
maquinaria del Estado, el BJP de Modi ha presentado a bombo y platillo varios
programas dirigidos a los trabajadores, campesinos, castas desfavorecidas, dalits,
adivasis, mujeres y a los más pobres de entre los pobres. Aun así, la política
económica de Modi ha fracasado por completo a la hora de mitigar la agudísima crisis
social y el descontento resultante. Ha fracasado absolutamente en su supuesta
intención de traer “achhe din” [“días mejores”, en hindi] a la gran mayoría de
la población del país. Los “achhe din” siguen siendo sólo el privilegio de los
imperialistas y de una minúscula minoría de gentuza: los grandes capitalistas, los
grandes terratenientes, los políticos de la clase dominante, los burócratas y
altos funcionarios del gobierno, etc. Durante más de dos años de gobierno, Modi
ha demostrado su absoluta incapacidad para resolver cualquiera de las candentes
cuestiones económicas, políticas y sociales que afectan a las masas y para abordar
su descontento. Este descontento se expresa a través de diversos movimientos de
masas de los trabajadores, campesinos, castas desfavorecidas, dalits, adivasis,
estudiantes, empleados, minorías religiosas, nacionalidades oprimidas, etc.,
entre los cuales, el actual estallido en Cachemira es el más activo y amplio.
Otro factor que
subyace en la agresividad del gobierno de Modi hacia Pakistán es la proximidad
de las elecciones a la Asamblea Nacional. También son de gran importancia para
el BJP las elecciones en Uttar Pradesh, seguidas de las de estados como el Punyab
y Gujarat, donde está en juego el destino de sus gobiernos en solitario o en
coalición. Es mucho lo que se juega el BJP y más después de su absoluto fracaso
en las recientes elecciones legislativas celebradas en Bengala, Kerala, Tamil
Nadu y Pondicherry (podría alcanzar una victoria de consolación tan sólo en Assam
debido principalmente a los 15 años de desgobierno del Partido del Congreso). Es
por ello que, ante las próximas elecciones y al servicio exclusivo de sus
intereses particulares, el BJP y el Bloque nacionalista hindú se han entregado
a la desesperada a la retórica pseudonacionalista contra Pakistán.
Así pues, el gobierno
de Modi ha utilizado el ataque de Uri para lograr principalmente dichos
objetivos. Su respuesta al ataque de Uri, junto con sus esfuerzos diplomáticos
para “aislar” a Pakistán en el plano internacional, concuerda plenamente con la
política de las clases dirigentes indias: opresión nacional en Cachemira y
expansionismo a costa de los países vecinos. Aunque ésta ha sido la política seguida
por todos y cada uno de los gobiernos desde 1947, nunca se había reflejado de
modo tan brutal, tan despiadado y tan cínico como con el actual gobierno de la
Alianza Democrática Nacional que encabeza el fascista y brahmánico-hindú BJP.
No es de extrañar que todos los partidos parlamentarios, incluidos los
revisionistas del PCI (Marxista) y del PCI, se pronuncien en términos
semejantes al BJP y respalden a la banda fascista y xenófoba de los Modi-Amit
Shah-Mohan Bhagavat-Rajnath-Parikkar, puesto que todos ellos representan los
mismos intereses de la clase dirigente india.
No contento con la
historia del “ataque quirúrgico”, el gobierno de Modi se ha lanzado a una virulenta
campaña de chovinismo nacionalista y está tratando de desencadenar la histeria bélica
en el país. El gobierno de Modi está empeñado en crear un ambiente de guerra:
ha desplegado fuerzas militares y paramilitares adicionales en la frontera, ha
efectuado bombardeos y disparos al otro lado de la línea, ha ordenado a los
residentes de la zona de la frontera internacional que abandonen sus hogares, ha
declarado la “alerta máxima” en los estados limítrofes, ha seguido con sus
sospechosas declaraciones, como la de haber “detectado” “terroristas” en
Mumbai, etc. Ha dado al traste con la Cumbre de la Asociación Sud-Asiática para
la Cooperación Regional, al presionar a varios países de Asia meridional con la
amenaza de recortar los intercambios económicos y rebajar las relaciones diplomáticas,
así como de derogar el tratado de larga data de aprovechamiento compartido de agua
con Pakistán y otras medidas de cariz semejante. Al mismo tiempo, el gobierno
de Modi ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos a fin de recabar apoyo internacional
para su ocupación y represión en Cachemira, su agresión contra Pakistán en
nombre de la “guerra global contra el terrorismo” y su “aislamiento”
internacional. Para ello, ha buscado el apoyo principalmente del gobierno de
Estados Unidos.
El gobierno
paquistaní de Nawaz Sharif, por su parte, ha redoblado su retórica antiindia y patriotera
como respuesta, fundamentalmente, a la situación interna reinante en su país.
Las clases dirigentes paquistaníes se enfrentan a una ira popular creciente debido
a la crisis económica y política cada vez más profunda y a la agudización de las
contradicciones sociales en el país. Las políticas estratégicas y económicas proimperialistas
llevadas a cabo por el gobierno de Nawaz Sharif, las operaciones militares en
curso contra las minorías nacionales y los grupos islámicos, su reticencia a
apoyar el movimiento de liberación de Cachemira en el pasado, etc., están provocando
un profundo malestar entre las masas pakistaníes. En este contexto, los
principales partidos de la clase dirigente del país, incapaces siquiera de
sentarse juntos para tratar cualquier asunto, han conseguido unirse para dar a
la India una “respuesta adecuada” y están animando a las masas para que cierren
filas en torno al gobierno. También Pakistán ha intensificado sus preparativos
militares y está empleando un lenguaje nacionalista y chovinista para crear un
ambiente de guerra.
Mientras los gobernantes paquistaníes invocan
la cuestión de Cachemira con la promesa de darle todo su apoyo y recalcan en
los foros internacionales el papel opresor de la India, los gobernantes indios,
en un intento por superar a su rival, han comenzado a plantear el tema del
movimiento de liberación nacional de Baluchistán. Las clases dominantes de cada
uno de los dos países afirman respaldar a los movimientos de liberación
nacional de su oponente, al tiempo que subyugan a las nacionalidades oprimidas
y aplastan a los justos movimientos de liberación nacional que hay dentro de
sus propias fronteras. Esto demuestra con claridad el oportunismo y el rotundo
fracaso de las clases dominantes de ambos países. Plantean la cuestión de la
opresión nacional y del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades
oprimidas sólo para servir a sus propios intereses de clase y al de las
potencias imperialistas, y no por una auténtica solidaridad hacia las naciones
y los pueblos en lucha. En consecuencia, las clases dirigentes de Pakistán o la
India no son, y nunca podrán serlo, los aliados genuinos, dignos de confianza y
creíbles del pueblo de Cachemira o del de Baluchistán en sus luchas de
liberación nacional.
El origen de este pulso entre las clases
dominantes de la India y Pakistán por la cuestión de Cachemira está en el conflicto
de sus intereses económicos y estratégicos. Como compradores del imperialismo,
representan también los intereses de las diferentes potencias imperialistas que
las respaldan. Es mucho lo que Estados Unidos, Gran Bretaña y la UE se juegan económica
y militarmente en ambos países del sur de Asia. La India es un mercado extremadamente
importante para el imperialismo estadounidense, y más en un momento en el que,
como el actual, se encuentra bajo los efectos de una grave crisis económica y
financiera. De ahí que EEUU necesite que la economía india se abra aún más al
saqueo neocolonial y a la explotación sin límites, fortaleciendo su control
sobre la India. A su vez, EEUU considera a la India como un centro estratégico
importante para contener la creciente influencia de sus rivales en Asia (Rusia
y China) –de China específicamente en la región del Pacífico asiático–, en especial
cuando los vínculos económico-diplomático-militares de Pakistán con ambos
países se están ampliando.
En este contexto de creciente conflicto
interimperialista entre los Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y Rusia,
China e Irán, por otro (que se manifiesta muy especialmente en la pugna por
Siria y Ucrania), Estados Unidos quiere que la India esté firmemente de su
lado. Las estrechas relaciones de Rusia con algunas exrepúblicas soviéticas de
Asia central y los crecientes lazos económicos de China con ellas son otra
causa de preocupación para Estados Unidos. El gobierno indio es también un
importante aliado de Estados Unidos en su “guerra global contra el terrorismo”.
En ese sentido, Estados Unidos y sus aliados imperialistas están alentando y
utilizando la ambición de poder de las clases dominantes indias, y
satisfaciéndola, hasta cierto punto, para asegurarse una mayor integración de
la economía india en el mercado imperialista mundial.
Al mismo tiempo, no obstante, Estados Unidos
también pretende que Pakistán esté de su parte para defender sus intereses económicos
y estratégicos en Asia meridional, central y occidental, en su guerra en Afganistán
y para contrarrestar a Rusia y China. Por lo tanto, no es probable que EEUU y
sus aliados accedan a la pretensión del gobierno indio de aislar a Pakistán
internacionalmente y de detener la “ayuda/asistencia” económica, diplomática y
militar que recibe. Los esfuerzos del gobierno indio por aislar a Pakistán en
el ámbito internacional, con el objetivo de obligarle a dejar de apoyar al
movimiento cachemir, no tendrán éxito. El apoyo estratégico de las potencias
imperialistas a sus compradores indios y paquistaníes continuará relativamente
inalterado a corto plazo, aunque el alcance y el nivel de dicho apoyo puedan
experimentar algunas variaciones tácticas de acuerdo con los cambios en la
política internacional y en el equilibrio de fuerzas. Puesto que detrás del
choque de intereses entre los gobiernos compradores de los dos países está el
enfrentamiento entre las potencias imperialistas, la tensión y la acritud mutua
entre ambos países seguirán existiendo e incluso podrán intensificarse con el
agravamiento de las contradicciones fundamentales en el mundo.
En este contexto, es evidente que mientras
las clases dirigentes indias persistan en su pretensión de suprimir el derecho
a la autodeterminación del pueblo cachemir, prosigan con sus políticas xenófobas
y fascistas hacia los musulmanes y mantengan su injerencia en los asuntos
internos de los países del sur de Asia, en especial de Pakistán, no podrán
evitar ataques como el de Uri. Como tampoco podrán las clases dominantes pakistaníes
evitar que los pueblos y naciones oprimidos practiquen la resistencia armada
contra el sometimiento y la opresión. Mientras las clases dominantes
compradoras de ambos países continúen cediendo a los intereses estratégicos y
económicos del imperialismo, nunca podrán contener la rebelión popular, armada
o desarmada.
El Comité Central del PCI (Maoísta) llama al pueblo de la India a tomar conciencia de las maquinaciones nacional-chovinistas de las clases dirigentes indias, tramadas por el gobierno de Modi y los partidos parlamentarios contra Pakistán. Los pueblos de la India y Pakistán no tienen nada que ganar con una escalada militar o una guerra entre ambos países y sí mucho que perder. Serán los pueblos de ambos países quienes tendrán que soportar la enorme carga financiera de una eventual movilización militar a gran escala en la frontera, en función de la intensidad y del alcance de tal despliegue. Por lo tanto, exhortamos al pueblo a que se oponga a cualquier tipo de intervención expansionista del gobierno indio contra la Cachemira ocupada por Pakistán y contra Pakistán, ya sea mediante “ataques quirúrgicos”, la agresión militar directa o sanciones económicas o diplomáticas. El Comité Central reitera su inequívoco apoyo al derecho del pueblo de Cachemira a la autodeterminación, incluyendo la secesión de la India, e insta al pueblo indio a defender firmemente este derecho del combativo pueblo cachemir. Al pueblo de Cachemira le decimos: “¡No estáis solos!” ¡Opongámonos a la ocupación india de Cachemira y al terrorismo de Estado continuado de las fuerzas armadas indias! ¡Apoyemos la lucha de la nación cachemira por su libertad! ¡Exigimos que se detenga la política belicista, chovinista y agresiva del gobierno indio que dirigen los fascistas hinduistas para fomentar el expansionismo! ¡Exigimos que se ponga fin a las amenazas e intimidaciones contra artistas y ciudadanos paquistaníes en la India! ¡No rotundo a cualquier tipo de guerra con Pakistán!
(Abhay)
Portavoz
Comité Central
PCI (Maoísta)